miércoles, octubre 04, 2006

Un sábado por la tarde...


Hace unas semanas atrás o quizás más(en realidad este fin de año ya empezó y la amnesia selectiva también)escribí un post sobre un alcalde que creyó poder ir en contra de la libre circulación, a la que tenemos derecho todos los ciudadanos, y cerrar en ciertos horarios calles del barrio El Golf para erradicar a personas indeseables, dígase "prostitutos de mala clase" que cumplían los requisitos sexuales de hombres que, teniendo abultadas billeteras, se acercaban al lugar buscando una buena experiencia, causando estupor en las familias de buen vivir del sector.

Una segunda vuelta al tema nos permite constatar que con lo que no contaba el señor de La Maza es que uno de sus vecinos se iría en picada sobre su propuesta y llegaría hasta tribunales para lograr el que se dictará como ilegal la medida municipal. Obviamente un vecino con peso político.
No he tenido conocimiento de las reacciones del edil, pues el día que salió el dictamen se encontraba en Londres dando una conferencia (Sobre el respeto de los derechos humanos no creo).

El tema es que, auqnue sus fieles vecinos votaron en masa a favor a de La Maza (jajaja) se ha podido dar un pequeño golpe a tantas medidas, ajenas al contexto actual, que siguen teniendo curso en nuestro país.

Pensaba hacer un post más largo sobre el tema de Las Condes, pero en realidad pensé en terminar esta reflexión con una pequeña pero contundente observación sobre la Marcha del Orgullo Gay que presencié y disfruté el sábado pasado.
Muchas tendencias, muchas declaraciones de principios, pero por sobretodo entusiasmo en generar espacios democráticos para instalar la tolerancia.
Puede que el tema nos afecte más o menos, que nos choque incluso. La verdad es que es un tema vital: ser feliz con nuestras opciones de vida. Imágenes muy simbólicas pudimos presenciar con la agradable compañía que acepto la invitación, como por ejemplo: un camión de Sidaacción justo detenido frente a la casa central de la Pontificia Universidad Católica no pasaba desapercibida.
En síntesis, una grata experiencia, sobretodo al saber que ningún grupo xenófobo les aguo la fiesta y que además nuevamente podía disfrutar del tomarse las calles apelando sobre el derecho de vivir en paz.

Besos y pócimas. Cony