jueves, diciembre 14, 2006



La desvergüenza pinochetista

Imaginé que irían menos a lamentarse. Me equivoqué. Nuevamente la realidad de Chile, provincia en la cual unas pocas familias viven a costa del resto, me golpeó en la cara. En los últimos años, particularmente después de conocerse lo del Riggs, muchos pinochetistas evitaron la cercanía, hubo incluso quienes declararon sentir vergüenza de haberlo defendido. El domingo en la tarde eran pocos los que salieron a mostrar pena. Sólo después se soltaron y perdieron la vergüenza: como algunas familias tradicionales, que absuelven al familiar ladrón o al borracho si muere. Los pinochetistas perdonaron al tirano. Además de agradecer sus crímenes, le perdonan haber tomado la plata que echaron de menos.
Además de celebrar que haya hecho añicos a algunos miles de “mal nacidos”, le perdonaron su inmoralidad y su rapiña, olvidaron que él y su numerosa y ociosa familia evadieron impuestos y falsificaron documentos públicos. Causa alarma que estemos dispuestos a lavar una imagen a la primera. La salud colectiva nos obliga a ser rigurosos, aunque el muerto sea un hinchado anciano, vestido con sus galas y despedido por compañeros de armas, miembros de las más empingorotadas y rancias familias chilenas.
Álvaro Quezada Sepúlveda

Diario La Nación

Patty