miércoles, noviembre 22, 2006

Leonardo y la cocina


Que Leonardo Da Vinci inventó muchas máquinas es algo sabido, pero su afición a la cocina que lo llevó a inventar recetas, las servilletas, el tenedor, el sacacorcho (aún antes de pensar en como meter el corcho en las botellas), etc.. no es tan conocida. Hace algunos años descubrí un pequeño libro, el que he reencontrado en mi biblioteca, que me gusta mucho y habla del tema. Se llama "Notas de cocina de Leonardo de Vinci", compilado y editado por Shelagh y Jonathan Routh. Leer sus recetas la verdad es que apetito no da, pero tiene detalles curiosos. Como muestra, aqui va un botón, el nacimiento de la servilelta y el cuenco de ensaladas... extracto de una carta del embajador florentino en Milán, Pietro Alemanni, fechada en julio de 1491 a la Signora de Florencia, Annali di Firenze:

"Como sus señorías me han solicitado que les ofrezca más detalles de la carrera del maestro Leonardo en la corte del señor Ludovico, asi lo hago. Ultimamente ha descuidado sus esculturas y geometrías y se ha dedicado a los problemas del mantel del señor Ludovico, cuya suciedad -según me ha confiado- le aflige grandemente. Y en la víspera de hoy presentó en la mesa su solución a ello, que consistía en un paño individual dispuesto sobre la mesa frenta a cada invitado destinado a ser manchado, en sustitución del mantel. Pero con gran inquietud del maestro Leonardo, nadie sabía como utilizarlo o que hacer con él. Algunos se dispusieron a sentarse sobre él. Otros se sirvieron de él para sonarse las narices. Otros se lo arrojaban como por juego. Otros, aún envolvían en él las viandas que ocultaban en sus bolsillos y faltriqueras. Y cuando hubo acabado la comida,y el mantel principal quedó ensuciado como en ocasiones anteriores, el maestro Leonardo me confió su desesperanza de que su invención lograra establecerse.

Y además, ene sta misma semana, el maestro Leonardo ha sufrido otro contratiempo en la mesa. Había ideado para un banquete un plato de ensalada, con la intención de que el gran cuenco fuera pasado de una persona a otra, y que cada uno tomara una pequeña cantidad de éste. En el centro había huevos de codorniz con huevas de esturión y cebolletas de Mantua, cuyo conjunto estaba dispuesto sobre hojas de lechuga de aspecto suculento provenientes de Bolonia y tanbién rodeado por ellas. Pero cuando el sirviente lo presentó ante el invitado de honor del señor Ludovico, el cardenal Albufiero de Ferrara, éste agarró todo el centro con los dedos de ambas manos y con la mayor diligencia se comió todos los huevos, todas las huevas, todas las cebolletas; luego tomó las hojas de lechuga para enjugar su cara de salpicadura, y volviólas a colocar, así deslustradas, en el cuenco; el cual, al no ocurrírsele otra cosa al sirviente, se ofreció luego a mi señora d'Este. El maestro Leonardo permanecía junto a él grandamente agitado por lo ocurrido y se me ocurre que su cuenco de ensalada no se presentará en la mesa en muchas más ocasiones."

Algunas cosas no cambian...
Claudia.