Hace mucho que no plasmaba mi paso por el blogs, la verdad hace mucho que las Aquelarres estamos sumergidas en el trabajo, agobio, buenos ratos...en fin la vida y no nos hemos detenidos a dejar algo para compartir...
Por lo anterior, los saludo de la mano con Galeano y este stencil que me encantó, su autor Punkolombia lo grabó en una de las calles de Medellín.
Me parece que los dos, el cuento y el stencil, concuerdan con lo que quiero expresar hoy.
Besos y pócimas...
Besos y pócimas...
Con la ayuda de sus bastones blancos y unos cuantos tragos, ellos se abrían paso, mal que bien, por las callecitas de tlaquepaque. Parecía que estaban a punto de caerse, pero no: cuando tropezaba ella, la sostenía él: cuando él se bamboleaba, lo enderezaba ella. A dúo andaban, y a dúo cantaban.
Se detenían siempre en el mismo lugar, a la sombra de los portales, y cantaban viejos corridos mexicanos del amor y de la guerra. Algún instrumentos usaban, quizás una guitarra, no recuerdo, ayudando al desafine; y entre canción y canción, hacían sonar el cacharro donde recogían las monedas del respetable público. Después, se iban. Precedidos por sus bastones, atravesaban el gentío bajo el sol y allá lejos se perdían, destartalados, rotosos, bien agarraditos el uno al otro.
Se detenían siempre en el mismo lugar, a la sombra de los portales, y cantaban viejos corridos mexicanos del amor y de la guerra. Algún instrumentos usaban, quizás una guitarra, no recuerdo, ayudando al desafine; y entre canción y canción, hacían sonar el cacharro donde recogían las monedas del respetable público. Después, se iban. Precedidos por sus bastones, atravesaban el gentío bajo el sol y allá lejos se perdían, destartalados, rotosos, bien agarraditos el uno al otro.
Eduardo Galeano.
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